martes, 31 de julio de 2012

Michael Phelps es el nuevo mito: 19 medallas en Juegos Olímpicos




El estadounidense Michael Phelps se convirtió en el mayor ganador de medallas en la historia de los Juegos Olímpicos al conquistar la presea 19 en la competencia de relevos 4 x200 libres en Londres 2012.

El ”Tiburón de Baltimore”, de 27 años, sumó su decimoquinto oro olímpico, el primero en Londres-2012, con el triunfo estadounidense sobre Francia (plata) y China (bronce), apenas minutos después de que lograra su decimoctava medalla con la plata de 200 metros mariposa.

“Eres una leyenda”

“Ya eres una leyenda total”, le dijeron por el altoparlante del Centro Acuático después de la victoria del relevo estadounidense. El estadounidense todavía tiene tres pruebas más por delante para seguir agrandando su leyenda.

“Le agradecí a los muchachos por ayudarme a conseguir esto”, declaró Phelps. “Les dije que me diesen una buena ventaja y me la dieron. Sólo quería conservarla”.

Estados Unidos cronometró 6:59.70 y le sacó más de dos segundos a Francia, que se quedó con la plata en 7:02.77. El bronce fue para China con 7:06.30.

En la premiación, Phelps, que media hora antes se había visto claramente irritado por su falla al final de los 200 combinados, tenía una sonrisa de oreja a oreja.

Su historia

Phelps, con sus 19 preseas, no sólo superó a otro gran deportista, la ex gimnasta soviética Larisa Latynina con 18, sino que además su leyenda perdurará por siempre y será fuente de decenas de generaciones que quieran involucrarse en la natación.

Pese a encontrar el éxito a muy temprana edad, su juventud no fue sencilla debido al divorcio de sus padres. Esto empeoró su hiperactividad. Era un niño demasiado inquieto que se sentía desamparado.

Sus hermanas, que fueron también nadadoras, jugaron un papel fundamental en su desarrollo deportivo y personal.

Ellas, sin la misma suerte que la de él, no lograron clasificarse a los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996.

Esto al incipiente niño de 11 años le dejó una fuerte lección porque ahí les prometió a sus hermanas que triunfaría y que todas sus victorias estarían dedicadas a ellas.

El ‘Tiburón de Baltimore’ cumplió su palabra. Se destacó muy pronto en los campeonatos nacionales y a la edad de 15 años clasificó a Sydney 2000. Su carrera fue en ascenso y la cima la alcanzó pronto en Atenas 2004 al conquistar seis oros y dos bronces. Nada mal para un chico de 19 años que aún tenía mucho que mejorar.

En Beijing 2008 explotó al máximo sus cualidades tras rebasar la marca histórica de otro grande de las piscinas: Mark Spitz. Phelps conquistó ocho oros y dejó atrás el récord de Mark de siete metales dorados que obtuvo en Munich 1972.

Pero como todo gran atleta, la polémica no le ha sido ajena. Su conducta ha sido cuestionada duramente a consecuencia de diversos actos de los que fue protagonista.

La fama y el éxito pudieron haberlo afectado, pero siempre ha encontrado en su familia el apoyo necesario para retornar al buen camino. En 2004 después de los Olímpicos de Atenas, Phelps fue arrestado por conducir bajo la influencia del alcohol.

Se declaró culpable y fue sentenciado a servir 18 meses de libertad condicional, a pagar una multa de 250 dólares y a dar charlas a jóvenes de colegios de secundaria sobre la conducción y la bebida.

Otro incidente que marcó su vida personal fue el famoso episodio, tras la publicación de fotos en las que aparecía utilizando pipa de agua, aparato usando para fumar marihuana.

Todo esto, a decir del propio atleta, hizo que abriera los ojos y se acercarse más a su familia, de la que estuvo alejado por los entrenamientos y los contratos publicitarios.

Con una meta específica, la de nadar ahora por divertirse, Phelps se define como un ser normal con defectos y virtudes, sin la intención de lastimar a nadie y con el objetivo de cumplirle la promesa que alguna vez le hizo a su familia.

La natación ha sido un refugio para tratar de resolver sus problemas personales, y ahora, con el récord de ser el deportista más ganador de todos los tiempos, se ha cerrado un ciclo legendario.

Phelps puede marcharse tranquilo a Baltimore y decirle a sus hermanas que cumplió la promesa que alguna vez les hizo de llegar a las olimpiadas. El mejor atleta de la historia es un hombre de palabra.

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